Con perseverancia, convicción y compromiso, Julio Gañan, se reintegró, mientras auxilia a su comunidad como bombero voluntario.
A 45 minutos del municipio de Riosucio, entre las montañas, donde comunidades indígenas hoy restablecen sus sueños y viven en calma con el otro, Julio se prepara para otro día de trabajo.
Extiende largos metros de manguera, saca las motobombas para mantenimiento, revisa las camillas, cascos, botiquín y demás implementos con los que cuenta la unidad de bomberos, en lo alto de la montaña, de donde se puede divisar una tierra que aprendió a perdonar y dar segundas oportunidades.
Para él, los recuerdos de la guerra son difusos y el agradecimiento por su comunidad y aprecio por la vida, hacen parte de su día a día. "Este es un cambio de página. Este es un capitulo nuevo que se abrió en mi vida y gracias a ello me siento muy contento" dice sonriente cuando relata como ingreso al cuerpo de bomberos del municipio.
Al principio fue un proceso difícil. Cuando quiso presentarse como voluntario, para ayudar a proteger la vida de la comunidad, el jefe de bomberos, como pasa con muchos, desconfió ante el hecho de que Julio hubiera pertenecido a un grupo armado. Pese a esto, con el respaldo de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), en el proceso de reintegración, logró ingresar.
Dice que desempeñarse como bombero le ha permitido estar más con la comunidad y con la gente. La brigada le ha permitido darse a conocer e incluso resalta el hecho, de que personas del resguardo lo han felicitado por la labor que viene realizando desde hace varios años y por el rumbo que ha dado a su vida.
Junto con sus compañeros, espera algún llamado de emergencia en la radio para activar la alarma y acudir a la labor. Lo más usual son los incendios forestales y en épocas de lluvia algún derrumbe o apoyo en el mantenimiento de las vías de acceso.
Mientras espera, Julio atiende a jóvenes y adultos que se acercan a las instalaciones del punto de bomberos, en donde tiene cinco computadores para el uso de la comunidad, que lo obtuvo gracias al apoyo económico para un proyecto productivo brindado por la agencia.
Su pequeño negocio de internet, brinda una alternativa para los estudiantes y personas de la vereda, quienes ya no tienen que caminar media hora hasta el casco urbano para realizar sus trabajos, entrar a redes sociales o simplemente pasar un rato conectado. "Recibo muchas visitas, desde las ocho de la mañana, hasta las diez de la noche que se va la última persona" manifiesta.
Han sido pasos gigantescos los que dado este hombre sonriente y optimista. Su negocio le ha abierto también las puertas para ser aceptado y que la población lo mire de otra manera. Para él, las oportunidades de formarse como técnico en sistema, han sido una herramienta clave para superarse y como el dice: "marcar el camino por donde debe continuar".
Cree que es necesario "concientizar a las personas, que la paz existe y la reconciliación también". La comunidad indígena que lo acogió también lo cree y por ello confían en que actos en donde se integre a la comunidad con las personas que hicieron parte de los grupos armados ayuda que reconstruir el tejido social y "tener la valentía de no mirarnos indiferentes".
Es así, como en medio de las montañas, en armonía con la naturaleza, una comunidad indígena construye paz, cree en la reconciliación y le apuesta a nuevas oportunidades, mientras que un joven, que alguna vez sirvió a un grupo armado, hoy viste uniforme y espera atento al llamado para continuar salvando vidas.