Gracias al trabajo articulado entre la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV), el SENA y la Fundación Manyani de Luz en Pasto, 27 ciudadanos recibieron formación para el trabajo en el sector avícola y acompañamiento psicosocial. Historias lejos de las armas.
Diego* no nació en Putumayo, pero desde sus 7 años de edad vivió en ese departamento. Sin sus padres y al cuidado de una tía, llegó hasta allí para asumir roles de adulto y trabajar en cuanto le permitiera ganar cualquier peso: embolando zapatos, recogiendo café, lavando carros, raspando coca. En Putumayo, la guerrilla de las Farc –cuenta– lo reclutó a él y a otros 44 niños. Sólo alcanzó a pisar un salón de primero de primaria.
"Llorábamos para que nos despacharan y lo único que decían es que necesitaban gente. De ver que algunos se volaron y los mataron, entonces yo de ver eso me llené de miedo y dije me toca aguantarme. Con el tiempo tomé la decisión de salirme, ya cuando me habían dado confianza", cuenta Diego, tras recordar el momento en que fue reclutado a sus 13 años.
"Allá pierde uno la juventud, las oportunidades de estudiar, de salir adelante. Desde pequeño nos regalaron y eso de pronto me desmotivó y me hizo mantener en la guerrilla. Pero ya no quiero saber nada de armas". Hoy, Diego vive en Pasto, está en proceso de reintegración con la Agencia Colombiana para la Reintegración y avanzando en sus estudios. Aspira a terminar el bachillerato y a tener su propio negocio.
Carmen salió de manera forzada en el año 2002 de su tierra de toda la vida, San Francisco, en Putumayo. Lo tuvo que hacer en momentos en que marchaba a buen ritmo su restaurante, negocio que generaba empleo en la zona. Lo tuvo que hacer ante el acoso de grupos alzados en armas. La cocina y el campo siempre fueron su fuente de sustento y vocación. Pero ahora, tras el desplazamiento, está radicada en Pasto, y desde allí se dedica a promover los derechos de quienes, como ella, han sido víctimas del conflicto armado en Colombia.
Carmen y Diego salieron de Putumayo en busca de nuevas oportunidades en Pasto, tras soportar en orillas opuestas los rigores del conflicto armado. Pero la vida los puso hoy en una misma aula de clase. Ambos hacen parte del grupo de 27 personas, entre excombatientes de grupos armados ilegales y población víctima del conflicto armado, que recibió formación para el trabajo en el sector avícola, gracias a una iniciativa denominada 'Emprendedores por la reconciliación y la paz'.
La propuesta, liderada por la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), en articulación con la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV), el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y la Fundación Manyani de Luz, les brindó acompañamiento psicosocial, capacitación en liderazgo empresarial y habilidades comunicativas, así como formación técnica en producción y comercialización de huevos semicriollos.
El objetivo para el 2016 es la formulación y consolidación de unidades productivas asociativas entre excombatientes y víctimas, aportando a la demanda de huevos que tiene el Departamento. Así lo explica Carlos Ariel Soto, coordinador de la ACR en Nariño, tras indicar que "esta iniciativa es la primera experiencia de este tipo, donde estos dos grupos poblacionales, que han vivido de manera directa el conflicto armado en nuestro país, se encuentran en un mismo ambiente, demostrando que la reconciliación sí es posible".
"Lo que hago ahora es servir a la gente, como líder. Si no perdonamos a dónde vamos a llegar. Cuando recién empezamos nos daba miedo mirar con quiénes nos íbamos a encontrar y quiénes eran las personas al frente de nosotros, pero ahora nos la llevamos bien", comparte Carmen, víctima del desplazamiento y emprendedora.
En un acto especial que tuvo lugar en las instalaciones de Micitio en Pasto, Carmen, Diego y sus otros compañeros, recibieron sus certificaciones de la formación avícola por parte del SENA, así como una mención de reconocimiento por su aporte a la reconciliación en la región.
Manuel Gómez Alfonso, cofundador y director de la Fundación Manyani de Luz, institución que los capacitó en liderazgo y comunicación asertiva como empresarios, concluye: "El conflicto armado en Colombia está en la mente de cada uno, pero si lo seguimos viendo como contienda seguiremos victimizándolos a todos. Si nos salimos de ese espacio y los vemos como seres humanos, podemos encontrarnos un ser con posibilidades, que están trabajando juntos como equipo, se respetan y han creado lazos de amistad".
(*) Nombre cambiado a petición de la fuente.