Hace seis años María Isabel dejó atrás los días de largas caminatas por las selvas recónditas del país para pasar sus días entre máquinas de coser. Esta excombatiente de las Farc, que ingresó al grupo armado ilegal cuando apenas tenía 12 años, descubrió su talento con las agujas una vez se desmovilizó.
A sus 30 años, ya distanciada de la guerra y reintegrada a la sociedad María Isabel cuenta por qué decidió abandonar las Farc: "Cuando estaba en el grupo me enteré de que mi padre había muerto y no me dejaron ir al funeral. Eso hizo que me aburriera y que bajara mi rendimiento y me empezaron a castigar, lo que detonó en mí las ganas de salir a buscar futuro. Sabía que en el grupo iba a terminar muerta", puntualiza.
Mientras mira unas telas que usará para confeccionar ponchos llaneros, María Isabel relata que fue reclutada en zona rural del Casanare, pues a pesar de que se fue con la ilusión de estudiar mecánica automotriz y sus padres estuvieron de acuerdo, el mundo se le tornó hostil una vez ingresó.
Ahora
"Todo es un engaño porque a la familia le dicen que deje ir a sus hijos, que no se los van a quitar. A mis papás les decían que nadie ingresaba a la fuerza, pero después de uno estar allá todo es diferente, ya no hay opción de salir", relata.
Ella se desmovilizó en un municipio del Huila, en donde un familiar de una persona del pueblo la ayudó a refugiarse. Allí permaneció oculta durante cinco meses, tiempo en el que se dedicó a aprender a confeccionar y diseñar ropa. "En ese momento supe que era buena para algo diferente y me gustó", dice.
El sueño de reintegrarse con su pareja, también ex combatiente, se hizo realidad y ambos se entregaron al ya extinto Departamento Administrativo de Seguridad, en el 2006.
Hoy en día él es un operario de maquinaria pesada y ella una modista reconocida en el barrio Las Américas de Yopal.
Con el capital que la Agencia Colombiana para la Reintegración otorga a sus participantes para unidades de negocio, ambos invirtieron en Confecciones Isabel H, el pequeño local ubicado en uno de los cuartos de la casa de María Isabel donde ella se sienta a coser mientras su pequeña mascota, un perro, se pasea por entre sus piernas.
¿Y cuál es su sueño? "Tener mi propia marca de ropa", suspira y echa una sonrisa soñadora que resuena en todo el taller.