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Un hombre que perteneció a la guerrilla y que ahora hacer servicio social en favor de la población vulnerable

Salvador*, un constructor de paz y esperanza

​Fot: ACR l Comunicaciones

Bogotá , 23/11/2015

​La falta de oportunidades en las zonas más apartadas del país ha sido una de las razones que ha llevado a diferentes personas a conformar los grupos armados ilegales. Una de estas historias es la de Salvador* un chocoano que hoy aporta a la construcción de paz ayudando a la población vulnerable en sus tiempos libres.

Oriundo de Quibdó (Chocó), a los 28 años Salvador* decidió trasladarse al departamento del Meta, donde vivía un primo suyo. Había estudiado hasta tercero de primaria y las oportunidades laborales en tierras chocoanas para él fueron nulas.

Al principio se dedicó con su primo al negocio de la siembra y recolección de coca, con eso se mantenía y vivía en una finca. Luego le propusieron empezar a trabajar como informante y auxiliador de la guerrilla, así fue como Salvador* terminó involucrado con las Farc-EP y se ganó la confianza de los mandos medios.

Pasaron siete años y el nacimiento de su hija lo hizo recapacitar y empezar a buscar otras formas de vida. "Ese no era el ejemplo que yo quería darle a Mónica, mi hija y aunque yo no estaba como tal en la selva ni en combate, muchos empezaron a saber que yo era militante de la guerrilla y empecé a temer por mi vida y la de mi hija", asegura Salvador*.

Un día, miembros del Ejército lo fueron a buscar a su casa -pues ya sospechaban de las actividades de Salvador*- y le plantearon que se entregara, él entendió que esa era la mejor forma de darle un vuelco a su vida. "Yo temía que me desaparecieran,  porque eso es lo que se dice cuando uno está en el grupo, pero me explicaron que podía desmovilizarme y fui trasladado a una brigada y luego a Bogotá a un hogar de paz", cuenta.

Después de unos meses inició su proceso de reintegración con la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), lo primero que quiso hacer fue estudiar y terminar el bachillerato, él quería trabajar en lo que fuera y afortunadamente la señora que le alquiló el pequeño apartamento, donde empezó a vivir en el sur de Bogotá, le contó que conocía a un maestro de obra que le podría dar trabajo en la construcción.

Salvador* se le midió y comenzó a trabajar en la Alcaldía Menor de Rafael Uribe Uribe, él siempre había querido hacer obras sociales y usar su liderazgo para cosas buenas. Durante el proceso de reintegración tuvo la oportunidad de hacer servicio social con la comunidad y no lo dudó ni un instante. En sus tiempos libres iba a un comedor comunitario y conoció a víctimas del conflicto: desplazados, personas en situación de discapacidad y también a otros desmovilizados.

"Ayudar a los demás es lo que más feliz me hace. Yo les ayudo a mis compañeros que se están reintegrando también a encontrar trabajo, de hecho aquí en la obra constructora donde trabajo actualmente varios somos desmovilizados", asegura.

Salvador* sueña con estudiar un técnico en seguridad industrial y seguir preparándose para  poder darle un mejor futuro a su hija, quien ahora está con él. La madre de Mónica la maltrataba físicamente y ahora es él quien tiene la custodia. "Ella es mi motor, el sentido de mi vida, por eso le pido a Dios y la vida un país un paz. Si fuera por mí que la paz se diera ya", concluye con esperanza.

*Nombre cambiado por seguridad de la fuente

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