En la actualidad, este desmovilizado de las AUC es el vocero de 35 familias del municipio de Bonda (Magdalena) a las que la guerra les quitó sus familiares y las dejó sin hogar. Su objetivo: lograr restituirles sus tierras y el derecho a la verdad.
Los encuentros con Hernán Giraldo, dice Fabián, era frecuentes. Para entonces Fabián había regresado de la Orden de los Padres Lazaristas, donde pasó cinco años dedicados al estudio de la filosofía y las letras. Luego vendría el desencanto por la teología y algunas dudas de fe, que finalmente lo llevaron a darse cuenta de que su camino no era convertirse en sacerdote.
Fue cuando regresó a la casa de sus padres, que se habían trasladado del Líbano, Tolima, a la vereda de Guachaca, a las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Eran tiempos en los que las Autodefensas dominaban la zona. Todos sus amigos y conocidos ya hacían parte del grupo.
Darle fin a la ordenanza sacerdotal, sin embargo, tomó un poco mas de tiempo de lo pensado. Era necesaria la aprobación directamente desde la dirección de la Orden de los Lazaristas, en Francia. A espera de la comunicación Fabián pasaba las horas haciendo trabajo pastoral con la parroquia de Guachaca, y comenzó a recorrer todas las veredas de la zona. Es ahí cuando los encuentros con Hernán Giraldo se vuelven frecuentes.
"Yo le decía a Hernán Giraldo que para hacer mas plural y democrático el ejercicio había que empoderar a las comunidades, y crear juntas de acción comunal. Luego él me dio el aval para comenzar a trabajar con la gente, y cuando me di cuenta ya estaba mas adentro que afuera del grupo", cuenta Fabián.
Reflexiones de paz
Aunque dice que nunca utilizó un arma, recuerda que todas las noches dormía con una bajo la almohada. "Las lógicas de las guerra son perversas, y cuando se está en ella lo primero que se empieza a perder es el sentido estricto de la vida. Cuando uno no valora la vida propia tampoco va a valorar la vida de los demás", asegura.
Dice que del proceso de reintegración a la sociedad lo mas duro es darse cuenta del daño que se ha causado a otras personas, pero que esta claridad moral solo se logra al mirar en perspectiva, cuando se está afuera del grupo y no hay quien valide la guerra.
"Una de las primeras alertas que me hacen pensar sobre yo qué hice con mi vida durante ese tiempo es cuando postulo mi nombre para trabajar como docente e investigador en la Universidad Nacional. Cuando me piden referencias personales, yo no sabía a quién poner, mejor dicho no tenía a quién poner que no fuera Hernán Giraldo, Jorge 40, Ernesto Báez o Mancuso. Ahí es cuando me doy cuenta de que mi vida tuvo un giro total, y que ni siquiera tengo una referencia positiva en el sentido académico que pueda respaldar mi nombre frente a un cargo público".
El trabajo lo consiguió, es antropólogo de profesión, y duró vinculado en la Universidad Nacional durante 6 años, hasta cuando decidió regresar a Santa Marta.
La vida con la reintegración
Desde su desmovilización y en su proceso de reintegrarse a la sociedad Fabián ha divido su tiempo entre la vida académica y la defensa de los derechos de las víctimas. Sus empoderados, cerca de 35 familias, aún no saben que en el pasado él hizo parte de las Autodefensas. "Algún día se los contaré, pero todavía le tengo miedo al rechazo", dice. Y luego reflexiona: "Yo siento una responsabilidad de trabajar con ellos. Si por ejemplo, estas personas pueden llegar a través de la Unidad de Restitución de Tierras a recuperar su finca, o si se puede hacer una reconstrucción de la verdad de todos los hechos para mi sería algo magnífico, y mucho mejor si yo puedo servir de puente para ello".
Fabián hoy es un hombre comprometido con la paz y la reconciliación, y trabaja por un mejor país desde varias aristas. La vida académica no se ha quedado atrás, con la Universidad del Magdalena, lidera un grupo de investigación sobre memoria y conflicto; y está vinculado con el Observatorio Distrital de Seguridad y Convivencia, una iniciativa de la Alcaldía Distrital de Santa Marta en convenio con la Fundación Paz y Reconciliación.
"En el observatorio recorremos los barrios de la ciudad donde hay problemáticas identificadas, y le damos las herramientas a la comunidad para que resuelvan sus problemas. La mayoría de las veces están relacionados con violencia intrafamiliar, intolerancia, pandillas, consumo de sustancias psicoactivas", concluye.