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El excombatiente de las AUC que cambió las armas por su pasión por la cocina

Jaime*, cocinero de sueños

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Santa Marta , 03/09/2015

En el mundo de los sabores y las nuevas preparaciones Jaime encontró la manera de darle un giro a su vida. Sus días pasan entre los fogones, los clientes a quienes les asegura un buen servicio, los listados de compras, la verificación de los platos finales antes de ser servidos en la mesa, el chequeo de la contabilidad, el manejo del personal y las ventas; y en general todo lo que tiene que ver con que la cadena de restaurantes que hoy coordina cumpla con los más altos estándares de calidad y servicio.

En la cocina este excombatiente de las AUC, quien se fugó del grupo por decisión propia, encontró un lugar para explorar su creatividad y desarrollarse como un nuevo ser humano. Es donde deja de ser el desmovilizado para simplemente ser el chef; el explorador de sabores, texturas y colores; el creador de preparaciones que deleitan el paladar de sus comensales y los transportan a tierras remotas. Su especialidad es la cocina oriental, de la que le gusta la frescura de los ingredientes, la intensidad de los sabores y la rapidez con la que se preparan los platos. "Es comida sana y saludable", dice.

Del caribe colombiano, donde creció y actualmente vive, lleva marcado ese gusto por los frutos del mar.  Se considera un especialista en ceviches (al estilo peruano) y de Santa Marta rescata el tradicional coctel de camarones. Su apuesta en la cocina también está direccionada a potenciliazar la gastronomía colombiana, nuestros productos y preparaciones ancestrales y darles un toque gourmet. "Lo que yo propongo es realzar los sabores de nuestra patria y presentarlos de una manera distinta, pensando mucho más en que no solo sepa rico sino también en que se vea bien".

Estudió cocina en la Escuela Taller de Bogotá como parte de su proceso con la ACR. Durante su formación aprendió de cocina internacional, administración de negocios, bar y mesa, entre otros. Dice que se enamoró de la cocina luego de desmovilizarse y que fue gracias a sus hijos que se dio cuenta que servía para esto.

"Ellos fueron los primeros que me dijeron que era buen cocinero. Cuando llegué nuevamente a la casa a vivir con ellos, yo les comencé a cocinar y decían incluso que me quedaba más rica la comida a mí que a su mamá. Hoy en día lo que más disfruto hacer en mis tiempos libres es cocinar para ellos", dice Jaime.

Del proceso de reintegración lo más valioso fue recuperar a su familia y dejarle de hacer daño a otras personas. También rescata el apoyo que le ha brindado la ACR: "No tanto el dinero, sino más que todo el apoyo psicosocial, que es muy bueno. Porque uno viene de una guerra, uno viene con una mentalidad diferente, está muy esquivo y a la defensiva con la personas. Y en la ruta le enseñan a uno a compartir con los demás, con la familia, a ser el que uno era antes de la guerra y mejor".

 

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