La historia de amor de Mary* y su esposo comenzó en las filas de un grupo armado organizado al margen de la ley. Esta mujer, de origen caldense, pero que vive en Cubarral (Meta), cuenta que desde que vio por primera vez al que sería su esposo, se convenció de que él iba a ser el amor de su vida. En medio del conflicto y la guerra, lucharon por sobrevivir y un día tomaron la decisión de desmovilizarse.
Cuando tomaron la decisión de desertar, siguieron juntos y, juntos, ingresaron al programa de reintegración con la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR). Durante siete años asistieron a los talleres, cumplieron con sus compromisos en la ruta de reintegración, se capacitaron y completaron su proceso, con lo que quedaron listos para emprender su proyecto de vida como una familia.
Con el apoyo de la ACR y otras entidades, ahorraron mensualmente hasta completar para comprar un lote. Poco a poco construyeron su vivienda y hoy disfrutan de un acogedor hogar con sus dos hijas. "Nos sirvió mucho el programa de la ACR. Aquí vivimos muy tranquilos y con nuestro mini mercado tenemos unos ingresos que nos dan estabilidad", dice la joven madre.
La tienda de esta pareja de reintegrados tiene dos neveras grandes, una vitrina enfriadora, y allí venden productos de primera necesidad "El negocio que ha ido creciendo con el tiempo", cuenta Mary.
"La ACR, nos cambió la vida"
En el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), esta pareja de esposos aprendió sobre contabilidad, ventas y servicio al cliente. Ellos cumplieron con las horas de estudio que se requerían para poner a funcionar su negocio. "Nos vinimos del monte convencidos de comenzar de nuevo y gracias a Dios, lo pudimos hacer. La ACR, nos cambió la vida", manifiesta Mary mientras acomoda unas bolsas de grano en la estantería de su negocio.
Para aumentar los ingresos, el esposo de Mary "se la rebusca". Ella cuenta que él trabaja actualmente como ayudante de obra, pero siempre está ocupado porque sabe varios oficios. Su esposo se ocupa en las noches en atender el mini mercado, mientras ella deja adelantado los quehaceres del siguiente día, atiende las niñas y sigue pensando en cómo fortalecer el trabajo que en pareja han construido, lejos del conflictivo pasado que los unió y que ya dejaron atrás.
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