Cuenta Francisco* que las reuniones en grupo durante su permanencia en la guerrilla, eran importantes para su vida: “El baile en los ratos libres era lo que me mantenía vivo durante ese tiempo”.
“Aquí estoy disfrutando de mi música, mis vallenatos…”, asegura Francisco* una persona desmovilizada desde hace 3 años del Bloque José María Córdoba de las Farc. “Es que la música era mejor compañía en el monte, los vallenatos o el merengue siempre estaban conmigo”, comenta Francisco*, mientras prepara sus útiles para ir al colegio.
Actualmente realiza sus estudios de básica secundaria, hecho que según él, le ayudarán a conseguir su sueño: “estoy terminando mi bachillerato, ya que cuando me fui para la guerrilla, tan solo había estudiado hasta segundo de primaria. Mi meta es terminar este año mis estudios y hacer un técnico en electricidad, para poder ser trabajador independiente”.
Francisco* se suma a las 6.500 personas en proceso de Reintegración que durante el último año han recibido atención en educación y que proyectan su futuro en un negocio propio. En el proceso de Reintegración 47.864 personas que ingresaron al programa eran analfabetas.
Actualmente, Francisco* recorre las calles de Funza vendiendo cholaos y helados, fuente de ingresos que le permite sostener a su familia y cumplir con sus obligaciones escolares.
La falta de oportunidades lo llevaron a un grupo armado
La ausencia de un hogar y la falta de oportunidades, hicieron que Francisco* tomara la decisión de ingresar al grupo armado: “me fui cuando tenía 16 años para la guerrilla, ya que no tenía muchas oportunidades, mi mamá nos abandonó y a mi papá le tocó solo, sacarnos adelante a mí y a 8 hermanos más”.
Muchas de sus anécdotas en el grupo armado tienen que ver con la música: “tenía un radio pequeño de pilas, y como me gustan tanto los vallenatos, nos tocaba escuchar ‘la hora vallenata’ en la emisora del ejército, porque es la única que se escucha en la región donde estábamos”, asegura con un poco de risa de dicha paradoja y afirma: “si nos pillaban, eso daba sanción, cargar leña o el indio más grande, ranchar (cocinar para la tropa) y de ahí para arriba… y más aún, que fuese la emisora del ejército, peor el castigo”, mientras sigue sonando de fondo, la canción ‘los diablitos’ del conjunto vallenato popular colombiano.
También comenta los momentos complicados de la permanencia en las Farc, “lo más difícil que viví y que me pareció más complicado, era tener que caminar por más de 4 o 5 horas para poder tomar los alimentos, además las caminatas siempre eran por caminos muy complicados”. Aunque indica que los caminos hoy también son difíciles en las ventas, “si es mejor que estar con miedo y lejos con libertad”.
Libertad que le permite compartir con sus antiguos compañeros y que hoy, al igual que Francisco* están en la legalidad, “la recocha con los compañeros en medio de la música era lo mejor. Hoy ya más tranquilos lo hacemos en la casa de alguno de ellos, además podemos hacer almuerzos y tomarnos unos tragos, entre amigos, eso es libertad”.
Hoy Francisco* disfruta de la legalidad como un regalo para él y su familia : “mi papá fue de los más felices con mi retiro del grupo armado, es más, me dijo que lo perdonara, que por él y por no tener dinero para darnos cosas fue que yo me fui para la guerrilla”.
Francisco* hace parte de las 27 mil personas en proceso de Reintegración que atendió la entidad en el último año, y aspira a estar dentro del 45% de estas que han accedido a algún tipo de formación para el trabajo, a nivel nacional.