Esta lideresa, que pertenece a la asociación de mujeres
de su resguardo, tiene conocimientos de enfermería y medicina ancestral.
Para regresar a su territorio se sometió a un ritual de
sanación para atraer las buenas energías y para que la madre naturaleza la
acogiera.
La
medicina ancestral no solo sana el cuerpo y el espíritu, sino el territorio,
donde habita María. Ella, en proceso de reincorporación, tiene claro lo
siguiente. “Seguiremos
apostándole a la paz porque es la base de la convivencia armónica entre la
sociedad y la naturaleza”.
Esta excombatiente
indígena hace parte de las 3.272 mujeres comprometidas con la reincorporación.
En su territorio inspira respeto por su trabajo en un proyecto piscícola que
asocia a 28 personas, entre excombatientes, víctimas y comunidad, como muestra
de reconciliación. “La paz nos lleva por el sendero del amor, el perdón,
la armonía y la reconciliación con los demás”, dice esta madre de
familia.
María estudió dos años
enfermería, incluso alcanzó a trabajar en dos puestos de salud, donde terminó
involucrada con el grupo armado. La condenaron a nueve años de prisión por
rebelión.
La medicina ancestral es
su medicina. Su alivio. Su fortaleza para caminar por su territorio. La
aprendió de los mayores, quienes tienen conexión permanente con la Madre
Tierra. “La medicina ancestral ayuda a la sanación, a esa paz
interior que tanto necesitamos los seres humanos”, insiste María.
Estos procesos favorecen la armonización del
excombatiente con las líneas culturales y productivas de su espacio, por eso la
Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) facilita el diálogo y
el acercamiento con sus creencias.
Para regresar al resguardo, María y sus compañeros
excombatientes se sometieron a un ritual de sanación para atraer las buenas
energías y para que la madre naturaleza los acogiera.
Esta conexión despeja la mente y genera un
equilibrio entre el cuerpo y el espíritu, como insiste esta mujer, quien pasa
los días entre el campo, el proyecto piscícola, su formación académica, su
labor de madre e integrante de la asociación de mujeres indígenas de su
territorio.
“El proyecto productivo nos llena de orgullo,
por esos lazos de unión y reconciliación que fortalecen el territorio”, reconoce la excombatiente.
María es una mujer empoderada. Lucha por los
derechos y la igualdad de género, por eso es normal verla liderando campañas en
contra de la violencia contra las mujeres. “No debe existir discriminación alguna”, pregona con voz fuerte.
La medicina ancestral de
la que tanto hablan los indígenas sí que es importante para recuperar el tiempo
con la familia e integrarse a la comunidad, a través del poder de las plantas
que brotan de la naturaleza.
De eso da fe María. El grupo armado la alejó de sus
costumbres, pero cuando volvió recuperó su esencia, sus hijos, su compañero
sentimental, que la acompaña desde hace 10 años en este viaje para vivir en
armonía.
Datos de interés
De los
13.119 excombatientes que adelantan el proceso de reincorporación con la ARN,
3.272 son mujeres. De esta cifra, 521 se autorreconocen como parte de un grupo
étnico.
10.592
mujeres excombatientes han ingresado, en los últimos 18 años a los procesos de
reintegración, reintegración especial y reincorporación que lidera la ARN.